Conforme incrementa exponencialmente la población mundial, la industria agrícola deberá reinventarse y hacer uso de todas las herramientas, tecnologías y nuevos métodos que estén a su alcance, no solamente para ofrecerle al consumidor hortalizas de la mejor calidad, sino también para que la producción sea redituable para los agricultores y todos quienes forman parte de los procesos en la vida del cultivo.
El control biorracional forma parte de estas herramientas innovadoras que ayudan al campo a ser más eficiente. Surge como una respuesta al uso indiscriminado de los productos convencionales que se han utilizado a través de los años, que en algunos lugares han causado daños al medio ambiente y generado resistencias en los organismos dañinos que se supone deberían combatir.
¿A qué nos referimos cuando hablamos de materiales biorracionales?
Aunque no hay un consenso sobre su definición exacta, para que un producto sea “biorracional” primero debe causar acciones letales o supresoras sobre los organismos objetivo, es decir acabar con las plagas, enfermedades o malezas. Además, debe tener poca o ninguna consecuencia negativa para las hortalizas, las personas que las manejan y el medio ambiente en general, por ejemplo, no dejar residuos tóxicos ni dañar la salud de los cultivos.
Tradicionalmente también se tiene como característica que estos materiales son derivados de fuentes biológicas, pero esta cualidad no es definitoria pues también se trata como “biorracionales” a productos sintéticos que actúan de manera similar o idéntica a otros que se encuentran en la naturaleza. Las principales categorías de los biorracionales son: botánicos, microbianos, minerales y los mencionados materiales sintéticos; entre otros, se incluyen pesticidas, productos para aliviar el estrés en los cultivos, materiales para mejorar el rendimiento y el manejo poscosecha.
Uno más de estos métodos de control biorracional, el cual abordaremos específicamente en este artículo, es combatir las plagas en las hortalizas haciendo uso de insectos benéficos que actúen como sus depredadores. Para que la acción de estos pequeños seres se aproveche al máximo, primero se debe hacer un análisis integrado de la situación de cada sembradío: analizar la biología de la plaga a tratar, las peculiaridades de los campos agrícolas y también las herramientas tecnológicas con las que se cuente. Realizado esto, se tendrá la capacidad de utilizar el método más económico o más favorable para los recursos de cada agricultor, mientras se cuida que haya el menor riesgo posible para personas, animales y el medio ambiente.
Esta forma de manejo tiene diversas ventajas: los insectos como control de plagas son muy efectivos debido a su propia biología, que los lleva a consumir rápidamente los otros insectos dañinos; no dañan los cultivos gracias a su tamaño diminuto, y tampoco se alimentan de los frutos y hojas de las hortalizas; no requieren un alto costo de mantenimiento después de introducidos al campo; implementarlos evita el uso de productos químicos, como insecticidas o pesticidas, lo que se traduce en menor costo de inversión e impacto ambiental negativo; por último, según el tipo de insecto, puede contribuir a una mejor polinización de las plantas.
En cuanto a las características menos positivas de este control biorracional tenemos su tiempo de respuesta, pues al tratarse de la implementación de seres vivos, es un proceso más lento en comparación con otro tipo de aplicaciones contra plagas. La forma de seguir obteniendo buenos resultados a pesar de esto, es mantenerse al pendiente del estado de los campos y así prevenir las plagas a la primera señal de su aparición.
Los insectos depredadores usados como control biorracional pueden ser clasificados por sus hábitos alimenticios: son polífagos cuando cazan o parasitan plagas pertenecientes a diversas especies, oligófagos sise alimentan de presas que pertenecen a varios géneros y especies de una misma familia, y monófagos cuando comen a especies específicas de un solo género.
Además de esto, también se los puede dividir en dos grandes grupos según la forma en que atacan a sus presas: los parasitoides son el grupo de insectos que depositan sus huevecillos en los insectos plaga, para que sus larvas, que eclosionan en el cuerpo de las plagas que destruyen los cultivos, los devoren desde dentro; la mayoría de estos parásitos pertenecen al género Hymenoptera, es decir distintos tipos de avispas. En cambio, los depredadores cazan y consumen directamente al insecto plaga en sus diferentes etapas de vida, desde sus huevecillos hasta cuando son especímenes adultos.
Este es el primero de tres blogs en los que, de la mano del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), nos adentraremos a una lista de insectos tanto parasitoides como depredadores, sus características y cómo ayudan en el manejo de los cultivos en los campos.
¡Gracias por leernos una vez más! Esperamos que esta información te sea de utilidad no sólo para obtener un mejor rendimiento en tus sembradíos, sino también para que sea una manera de trabajar juntos para mejorar nuestro medio ambiente.
Las recomendaciones en este artículo están basadas en información obtenida de las fuentes citadas y deberán ser usadas como una referencia rápida para información acerca de:
https://www.intagri.com/articulos/fitosanidad/Significado-real-control-biorracional-plagas
http://www.agroes.es/agricultura/insectos-beneficos-y-patogenos-de-plagas-en-agricultura/insectos-depredadores-de-plagas-en-agricultura/709-insectos-depredadores-de-plagas-agricolas?fbclid=IwAR0tyEMlUM60dyqhPfDg_fOzQc87oy3PljAkRrJZuFAyHWKmq4cRAvK1RxM
El contenido de este artículo no debe ser sustituido por la opinión profesional de un productor, cultivador, agrónomo, especialista en fitopatología, y profesiones similares relacionadas con este cultivo específico.
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